La crisis que agobia a los países, se produjo por los inevitables desequilibrios sociales y económicos que producen los seres humanos en su permanente impulso de avanzar, cegados por la ilusión de las oportunidades y, por las falencias del Estado en prevenir y evitar la profundización de esos desequilibrios. Algunas voces aisladas anunciaron la explosión, pero fueron ignoradas. Producida la explosión, aparecen los opinó logos, que dicen que todavía falta lo peor de la crisis y en gradaciones, los que creen que lo peor ya pasó, basados en informaciones coyunturales y el cristal con que las miran. En realidad todos ignoran sobre que están hablando, porque las crisis son un producto social, y como la sociedad humana es un organismo en permanente cambio, predecir sus acciones y reacciones es un juego de adivinanzas. La sociedad y los Estados vienen acumulando historia y experiencias sobre crisis, que en estos momentos se concretan en medidas anticrisis impensables hace diez años. Producto de esas medidas, pareciera que la crisis tocó una planicie, lo que no descarta que pueda haber nuevas caídas y recuperaciones. Lo importante es que se está superando el pánico. Los líderes mundiales están enfrascados en el tema y con las experiencias adquiridas, muestran sensatez en sus políticas anticrisis.
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